Por Luis Manuel Rivera, CEO en PowerPeople
Cada vez que escucho “ese jefe es un líder terrible”, me detengo a pensar:
¿Líder terrible? ¿O simplemente alguien que nunca fue un líder para empezar?
En el mundo empresarial y en la vida, confundimos constantemente el cargo con el liderazgo. Un título no forma líderes. Un sueldo tampoco. Ni siquiera una trayectoria lo garantiza.

Un líder verdadero inspira, guía, influye con propósito. No por miedo. No por poder. No por obligación.
Entonces, cuando alguien humilla, manipula o crea entornos tóxicos… ¿es eso liderazgo?
No.
Es dirección mal ejercida. Es autoridad sin influencia.
Es el vacío disfrazado de control.
Un mal líder no es un líder malo. Es alguien que aún no ha aprendido a liderar.
Y eso abre una puerta:
Para quienes están a cargo, pero aún no inspiran. Para quienes tienen seguidores, pero no propósito. Para quienes confunden obediencia con impacto.
La buena noticia: el liderazgo no nace, se cultiva.
La mala: si no te haces responsable de tu influencia, otros pagarán el precio.
Así que la próxima vez que digas:
“Ese es un mal líder”…
Pregúntate:
¿Líder de quién? ¿Por qué? ¿Para qué?
Porque tal vez, solo tal vez…
nunca fue un líder. Solo alguien al mando.
