Un mensaje de reflexión:

Carta de despedida de un huésped a su hotel favorito.

Por Luis Manuel Rivera
http://www.luismanuelrivera.com

Estimado hotel,

No pensé que llegaría el día en que escribiría estas palabras. Durante años, fuiste mi refugio en cada viaje. Me conocías por mi nombre, sabías qué habitación prefería y cómo me gustaba el café por la mañana. Aquí celebré logros, descansé después de largas jornadas y encontré un servicio que me hacía sentir en casa.

Pero algo cambió.

No fue una habitación mal asignada, ni un desayuno que llegó tarde. Fue algo más profundo: la falta de empatía.

Con el tiempo, empecé a notar que las sonrisas eran forzadas, que los detalles dejaron de ser importantes y que mis comentarios, antes bien recibidos, ahora se ignoraban. Lo que antes era una experiencia personalizada, se volvió un proceso automático.

Una vez te elegí por lo que me hacías sentir. Hoy me despido por lo mismo: porque ya no siento nada.

Este no es un reclamo airado, es una despedida con gratitud… y con tristeza. Porque sé que un hotel puede tener habitaciones de lujo, tecnología de punta y una ubicación envidiable, pero si pierde su alma –su gente, su escucha, su empatía–, pierde a sus huéspedes más leales.

Me voy a otro lugar. No porque sea más bonito, sino porque me escuchó cuando lo necesitaba.

Ojalá algún día volvamos a encontrarnos, si decides volver a mirar a los ojos de quienes cruzan tu puerta, aquel aroma a flores al llegar al lobby, la sonrisa sincera de los cola oradores, su pasión y entrega.

Con respeto,
Un huésped que te recordará con cariño… y quizá con un sentimiento de decepción.

Mensaje de reflexión, cuando lo que cuenta es la magia del colaborador más allá de un hotel a todo lujo.