Mi experiencia en Cuixmala: un lugar que toca el alma
Por Luis Manuel Rivera
Fui a Cuixmala a impartir cátedra. Llevaba muchas expectativas: sabía que era un lugar exclusivo, ecológico, profundamente conectado con la naturaleza. Pero lo que viví superó cualquier idea previa.
Desde el primer momento, el trato fue excepcional. Me recibieron con una calidez que no se improvisa. Todo estaba cuidado al detalle: la hospitalidad, la logística, los espacios, la conexión con el entorno… y sobre todo, la gente.
Tuve la oportunidad de conocer la historia detrás de Cuixmala: su origen como reserva ecológica, su evolución como destino sostenible, su visión de respeto por la vida, humana y animal. Cada recorrido era una lección. Conviví con cebras, antílopes, tortugas y aves exóticas en libertad. Escuché a expertos que cuidan con pasión este ecosistema único. Aprendí, admiré y agradecí.
Impartí mis clases rodeado de naturaleza viva, con la brisa del Pacífico entrando por las ventanas y el sonido de la selva como música de fondo. Fue una experiencia transformadora, tanto académica como personal.
Hoy solo puedo dar gracias. Gracias a Cuixmala por abrirme sus puertas. Gracias a la vida por regalarme momentos tan únicos. Y gracias a la hospitalidad, esa fuerza silenciosa que convierte un viaje en un recuerdo imborrable.
Porque hay lugares que se quedan en la memoria… y otros, como Cuixmala, que se quedan en el alma.

Recorrí paisajes increíbles, conviví con animales en libertad, respiré tranquilidad. Comprendí que la verdadera hospitalidad va más allá del lujo: está en los pequeños gestos, en la armonía con el entorno, en la intención.
Un legado de conservación
Cuixmala fue concebida como una casa privada por el empresario británico Sir James Goldsmith, quien, abrumado por la belleza del paraje, decidió establecer aquí su residencia. En 1970, el arquitecto francés Robert Couturier diseñó una especie de palacete de inspiración arabesca con una de las cúpulas más llamativas de todo el estado. Además de esta lujosa propiedad ubicada al borde del mar, Goldsmith fundó la reserva natural de 35,000 acres que la rodea y que actualmente da trabajo a 400 mexicanos que la gestionan con un extraordinario sentido de la conservación .
En 1993, el gobierno federal de México decretó la creación de la Reserva de la Biosfera Chamela-Cuixmala, con el objetivo de preservar el bosque tropical y los humedales de la costa de Jalisco . Esta área natural protegida alberga una rica biodiversidad, incluyendo jaguares, pumas y más de 1,200 especies de flora .
Una conexión profunda
Impartí mis clases rodeado de naturaleza viva, con la brisa del Pacífico entrando por las ventanas y el sonido de la selva como música de fondo. Fue una experiencia transformadora, tanto académica como personal.
Hoy solo puedo dar gracias. Gracias a Cuixmala por abrirme sus puertas. Gracias a la vida por regalarme momentos tan únicos. Y gracias a la hospitalidad, esa fuerza silenciosa que convierte un viaje en un recuerdo imborrable.
Porque hay lugares que se quedan en la memoria… y otros, como Cuixmala, que se quedan en el alma.


Cuixmala se ubica en la costa sur del estado de Jalisco, México, cerca de Careyes y de la Reserva de la Biósfera Chamela-Cuixmala, a orillas del Océano Pacífico. El resort está inmerso en más de 12,000 hectáreas de naturaleza protegida, entre selva tropical, manglares, ríos y playa virgen.
¿Quién opera Cuixmala?
Cuixmala fue originalmente la residencia privada de Sir James Goldsmith, magnate franco-británico, quien estableció este santuario ecológico en los años 80. Tras su fallecimiento en 1997, la propiedad fue transformada en un exclusivo eco-resort de lujo, actualmente gestionado por su familia, en particular por su hija Alix Goldsmith Marcaccini.
La operación del resort y de la reserva se mantiene fiel al legado de conservación, sostenibilidad y hospitalidad auténtica. Cuixmala es miembro de National Geographic Unique Lodges of the World, lo que refuerza su compromiso con el turismo de bajo impacto y la protección del medio ambiente.
