Las industrias de la hotelería, la restauración y el turismo en América Latina se están transformando de cara a 2025 y 2026.
A continuación, se presentan las principales tendencias identificadas en diseño, tecnología, comportamiento del consumidor, gestión operativa/talento y nuevas inversiones. Cada sección incluye ejemplos regionales y se apoya en fuentes especializadas para sustentar las observaciones.
1. Tendencias en Diseño Arquitectónico e Interiorismo
En los hoteles, restaurantes y espacios de hospitalidad de Latinoamérica, el diseño evoluciona para combinar estética innovadora con funcionalidad, cultura local y sostenibilidad. Destacan las siguientes tendencias en arquitectura e interiorismo:
Lujo sostenible (“lujo consciente”) – La sustentabilidad se integra desde la concepción de los proyectos de alto nivel. Nuevos hoteles de lujo incorporan materiales locales, energías limpias y reutilizan estructuras existentes para minimizar el impacto ambiental sin perder exclusividad . Un ejemplo es el resort Impression Isla Mujeres (México), construido sobre una estructura previa para evitar demoliciones, con paneles solares y planta de purificación de agua (eliminando plásticos de un solo uso) .
La sostenibilidad deja de ser un adorno para convertirse en el punto de partida del diseño , añadiendo valor ambiental y comunitario al concepto de lujo. Flexibilidad y bienestar en los espacios – Se adopta el concepto de “flex living”, diseñando entornos versátiles que se adaptan a distintas funciones según la hora del día o las necesidades del huésped . Mobiliario modular, áreas comunes reconfigurables y diseño centrado en la psicología del espacio garantizan bienestar emocional: iluminación, acústica y materiales se planifican para influir positivamente en el estado de ánimo y la relajación .
Esta adaptabilidad permite que un mismo espacio sirva para coworking diurno, ocio nocturno o eventos sociales sin perder identidad. El objetivo es que el diseño no solo “se vea” bien, sino que “se sienta” bien para el usuario . Diseño experiencial e inmersivo – La frontera entre diseño, arte, gastronomía y entretenimiento se difumina para brindar experiencias únicas. Muchos hoteles están incorporando galerías de arte, conceptos gastronómicos innovadores y elementos culturales locales en su diseño interior . Por ejemplo, un hotel boutique en Madrid transformó su restaurante en una galería de arte viva donde las obras están a la venta, integrando la experiencia culinaria con la cultural . En América Latina, esta tendencia se refleja en hoteles que narran la historia local a través de su decoración y ofrecen espacios interactivos (talleres artesanales, showrooms de artistas locales, etc.), convirtiendo al hotel en “nodo cultural” de la comunidad . Identidad local y estética autóctona reinterpretada – Los nuevos proyectos rinden homenaje a la cultura y arquitectura vernácula del lugar, pero con interpretaciones contemporáneas. Se rescatan elementos tradicionales (patios coloniales, celosías, materiales artesanales) integrándolos en diseños modernos . Esto aporta autenticidad y sentido de pertenencia: en un mercado global, un diseño con identidad local marcada puede ser un factor diferencial decisivo . Un ejemplo es un reciente resort en Cádiz (España) que combina técnicas andaluzas tradicionales con vanguardia arquitectónica , y equivalentes latinoamericanos se ven en hoteles boutique de México conocidos por enfatizar la arquitectura regional innovadora y experiencias ligadas a la comunidad . Estos proyectos demuestran que lo local y lo moderno pueden converger, adaptándose al clima y contexto para mejorar el confort de forma sostenible . Espacios con “efecto wow” responsable – Continúa la creación de espacios espectaculares e instagrammeables (lobbies imponentes, piscinas infinitas, vistas panorámicas desde bares en azoteas, etc.), pero ahora al servicio de la naturaleza y la funcionalidad. El diseño busca impresionar sin ser superficial: integra elementos naturales, respeta la topografía del entorno y reduce la huella ambiental . Por ejemplo, un resort reciente en Lanzarote (España) diseñó su lobby como una cueva volcánica que enmarca el océano, proporcionando un impacto visual memorable a la vez que se mimetiza con el paisaje y mejora la eficiencia energética del edificio .
En Latinoamérica, resorts en entornos privilegiados (playa, selva, montaña) están adoptando este enfoque de “espectacularidad estratégica”: arquitectura bioclimática, uso de ventanales para vistas naturales, y construcciones que “tocan la tierra ligeramente” para no alterarla. En síntesis, el wow-factor continúa siendo importante para atraer al cliente, pero debe tener sentido y reflejar valores (sustentabilidad, integración local) más allá de la foto.
Cabe destacar que la sostenibilidad en el diseño está evolucionando hacia la regeneración ambiental. No solo se busca no dañar, sino mejorar el entorno. Esto implica incorporar paisajismo con flora autóctona, restaurar ecosistemas locales (por ejemplo, reintroducir corredores biológicos) y diseñar huertas o granjas en la propiedad para farm-to-table, permitiendo a los huéspedes conectarse con la naturaleza y la comida local .
Este diseño regenerativo proporciona experiencias holísticas al huésped y refuerza la alta demanda de turismo sostenible: se estima que 75% de los viajeros globales desean viajar de manera más sostenible en los próximos 12 meses , y muchos están dispuestos a pagar más por alojamientos con iniciativas ecológicas. En respuesta, la arquitectura hotelera en la región incorpora cada vez más techos verdes, sistemas de captación de agua de lluvia, energías renovables y diseño pasivo adaptado al clima tropical/local para disminuir la climatización artificial .
2. Avances Tecnológicos en la Experiencia del Huésped
La tecnología es protagonista en la reinvención de la experiencia del huésped, con hoteles latinoamericanos adoptando innovaciones para ofrecer estadías más ágiles, personalizadas y seguras. Algunas de las tendencias tecnológicas clave son:
Check-in sin contacto y servicios móviles – La pandemia aceleró la adopción de tecnologías contactless, y hoy son parte esencial de la oferta. Más de la mitad de los viajeros (53%) priorizan hoteles que les ofrezcan comodidades como check-in/check-out móvil, llaves digitales en el smartphone, pagos sin efectivo y pedidos de room service vía app .
En 2025 prácticamente todas las cadenas importantes en la región cuentan con aplicaciones móviles que permiten registrarse online, abrir la puerta de la habitación con el teléfono, chatear con recepción y gestionar servicios sin hacer fila . Por ejemplo, Marriott y Hilton han desplegado llaves digitales en muchos de sus hoteles latinoamericanos, y cadenas locales están invirtiendo en kioskos de autoservicio para entradas y salidas más rápidas. Estos servicios sin contacto agilizan la estancia y reducen puntos de fricción, eliminando esperas innecesarias y contacto físico en procesos rutinarios .
Importante: la experiencia móvil requiere infraestructura robusta – hoteles están mejorando la conectividad Wi-Fi en todas las áreas, dado que el huésped espera manejar todo desde su dispositivo, sea en la habitación, el lobby o la piscina . Inteligencia Artificial (IA) para personalización – El uso de IA y big data permite a los hoteles conocer mejor al cliente y anticipar sus deseos. Sistemas avanzados analizan las preferencias del huésped (historial de estancias, búsquedas, interacciones) para ofrecer recomendaciones y servicios a la medida . Así, se pueden ajustar automáticamente las configuraciones de la habitación (temperatura, iluminación, tipo de almohada) según las preferencias individuales, sugerir actividades o menús personalizados, e incluso hacer upselling de manera inteligente (por ejemplo, enviar una oferta de spa a quien suele usar ese servicio) . Grandes cadenas con programas de lealtad tienen una ventaja especial, al contar con bases de datos masivas para predecir necesidades mejor que pequeños competidores . La IA también aparece frente al cliente en forma de chatbots o asistentes virtuales 24/7, integrados en la app o sitio web del hotel, que responden consultas comunes (desde horarios de restaurante hasta recomendaciones turísticas) y gestionan solicitudes al instante.
Esto brinda atención inmediata en cualquier momento, a la vez que libera tiempo al personal humano para enfocarse en interacciones más complejas o de mayor valor añadido. En resumen, la IA potencia una hiper-personalización del servicio nunca antes vista en la hospitalidad, acercándose al ideal de “un trato único para cada huésped” . Habitaciones inteligentes e Internet de las Cosas (IoT) – La domótica irrumpe en los cuartos de hotel. Muchos establecimientos están instalando sensores y dispositivos inteligentes para automatizar la experiencia: luces y climatización que se ajustan automáticamente según presencia o preferencia programada, cortinas motorizadas, televisores con contenido personalizado, etc. . Voice assistants estilo Alexa o Google Assistant adaptados al ámbito hotelero se están volviendo comunes en la región – un 57% de los viajeros dice preferir asistentes de voz para controlar la habitación (luces, música, cortinas) y 48% para solicitar servicios al hotel . Con estos sistemas, el huésped puede, mediante comandos de voz o desde la app, pedir “más toallas”, “bajar la temperatura a 22°C” o “poner música relajante”, obteniendo respuesta inmediata. Un ejemplo notable es la cadena Meliá, que anunció la incorporación de Alexa for Hospitality en varios de sus resorts del Caribe, permitiendo a los huéspedes reservar restaurantes o solicitar housekeeping hablándole a un altavoz inteligente en la habitación. Además de lujo y comodidad, estas soluciones aportan seguridad sanitaria (menos superficies táctiles) y eficiencia operativa: la data recopilada por IoT permite al hotel ajustar consumos de energía – muchos hoteles reportan hasta 40% de ahorro energético y 20% en agua adoptando LEDs, sensores y controles inteligentes , contribuyendo también a las metas de sostenibilidad. Automatización y robots de servicio – Tareas repetitivas o logísticas están siendo delegadas a la automatización para optimizar la operación y mitigar los retos de personal escaso.
Algunos hoteles de alta categoría han incorporado robots conserje o robots de entrega (delivery bots) que llevan amenities, toallas o incluso servicio de comidas a las habitaciones, funcionando 24/7 . Ya existen casos en hoteles de Ciudad de México y São Paulo donde un pequeño robot te lleva el cepillo de dientes que pediste por la app, reduciendo tiempos de entrega. En recepción, quioscos de auto check-in equipados con reconocimiento facial y lectores de documentos permiten registrarse en minutos sin ayuda humana, algo útil en hoteles de aeropuertos o de alto volumen de grupos.
La gestión de personal también se beneficia: herramientas de IA optimizan la programación de turnos según pronósticos de ocupación, evitando sub o sobre-dotación de personal . Incluso en la selección de talento, algunos grandes grupos usan IA para filtrar CVs y agilizar contrataciones . Es importante señalar que la automatización no busca reemplazar la calidez humana fundamental en hospitalidad, sino liberar al staff de labores mecánicas (p. ej., procesamiento de pagos, inventarios) para que puedan concentrarse en la interacción personal y la resolución creativa de las necesidades del huésped . Se perfila así un modelo de servicio “high-tech & high-touch”: alta tecnología combinada con trato humano cercano, donde el toque humano es potenciado por la tecnología y no suprimido . Experiencias digitales inmersivas – La realidad virtual (VR) y aumentada (AR) comienzan a tener aplicaciones tangibles en turismo, aunque incipientes. Algunos hoteles boutique y destinos turísticos en Latinoamérica ofrecen recorridos virtuales de sus instalaciones y entorno: un viajero con gafas VR puede “caminar” un hotel en la Patagonia chilena o explorar virtualmente un resort en Cancún antes de reservar, apreciando habitaciones, vistas y amenities en 360° . Ya en el lugar, la AR mediante el smartphone enriquece la experiencia: por ejemplo, enfocar con la cámara un mural o una ruina histórica dentro del hotel podría desplegar información interactiva sobre su significado. Un hotel en Cusco, Perú, implementó códigos QR y filtros AR que al apuntarlos hacia el cielo nocturno muestran las constelaciones incas y sus historias, añadiendo una capa cultural-tecnológica al alojamiento. Estas herramientas, además de su factor sorpresa, ayudan a que el huésped se oriente mejor en el entorno (mapas virtuales del hotel y sus alrededores) y fomente la anticipación del viaje – al “visualizar” lo que vivirán, muchos viajeros sienten más confianza y familiaridad al llegar. Si bien el uso de VR/AR en la región aún es emergente, se espera un crecimiento sustancial (el mercado global de VR podría sextuplicarse entre 2025 y 2032 ), abriendo oportunidades para narrativas inmersivas del patrimonio local y nuevas formas de entretenimiento in situ (juegos de realidad aumentada, tours virtuales de museos locales desde el hotel, etc.).
En síntesis, la hotelería latinoamericana avanza hacia la digitalización integral de la experiencia, donde el huésped controla su estadía en la palma de la mano, recibe un servicio cada vez más personalizado por algoritmos inteligentes, y convive con instalaciones “smart” que se ajustan automáticamente. Todo esto, sin perder el elemento humano: la tecnología es un medio para un servicio más cálido, ágil y memorable, no un fin en sí mismo .
3. Cambios en el Comportamiento del Consumidor Turístico
Los viajeros post-2024 muestran prioridades y hábitos muy diferentes a los de hace una década. En América Latina, así como a nivel global, se observa una clara búsqueda de experiencias más auténticas, conscientes y equilibradas, impulsada en gran medida por millennials y Gen Z (que ya conforman la mayoría de los viajeros internacionales). Entre los cambios más importantes en el comportamiento del consumidor turístico destacan:
Búsqueda de experiencias auténticas y conexión local – Las nuevas generaciones viajeras no se conforman con el turismo tradicional de foto y monumento; anhelan sumergirse en la cultura de los destinos que visitan. Esto se traduce en preferencia por actividades que involucren a la comunidad local y permitan un enriquecimiento personal: talleres artesanales, clases de cocina regional, visitas a mercados locales con guías nativos, estadías en casas de familia o pequeñas posadas con sabor autóctono, etc. . Por ejemplo, en vez de un tour en autobús turístico por Ciudad de México, un millennial puede optar por un recorrido de cantinas tradicionales guiado por un chilango que cuente anécdotas del barrio. Tanto millennials como Gen Z valoran estas interacciones significativas sobre itinerarios rígidos o atracciones masificadas . Quieren “sentir” el lugar más que solo verlo – eso implica salir de lo típicamente turístico y adentrarse en experiencias únicas o exclusivas. Los Millennials, conocidos como la “generación de las experiencias”, buscan vivencias que perciben como únicas, fuera de lo común . Muchos están dispuestos a pagar por actividades especiales (p.ej., un ritual ancestral con una comunidad indígena, una expedición nocturna para observar fauna, etc.) que les hagan sentir que su viaje es distinto al de cualquier otro turista. La Generación Z, por su parte, comparte el deseo de autenticidad pero con un matiz: tienden a evitar todo lo que suene “prefabricado” o excesivamente comercial . Es decir, prefieren rutas alternativas, destinos menos conocidos y experiencias espontáneas antes que paquetes turísticos estándar. Un Gen Z quizás elija un pueblito no tan famoso pero rico en cultura, sobre una ciudad turística muy trillada, precisamente para descubrir algo genuino y poco instagrameado. En resumen, la motivación central es que el viaje sea un medio de crecimiento personal y conexión real con el mundo , más que una simple vacación. Turismo sostenible y compromiso socioambiental – La conciencia ecológica y social del viajero latinoamericano (y global) está en su punto más alto. En 2025-2026, la sostenibilidad figura entre los motivadores más poderosos para los viajes de Generación Y y Z . Estas cohortes están muy conscientes del impacto negativo que el turismo masivo puede tener sobre el medio ambiente y las comunidades, y buscan activamente formas de viajar con una huella más ligera. ¿Qué implica esto en la práctica? Por un lado, mayor demanda de opciones “verdes”: prefieren alojarse en eco-hoteles o alojamientos con certificaciones ambientales, eligen operadores turísticos con políticas de responsabilidad social, y priorizan actividades que respeten los ecosistemas locales (p. ej., avistamiento de fauna con guías expertos en conservación en lugar de espectáculos con animales en cautiverio) . Por otro lado, están dispuestos a cambiar sus medios de transporte por unos más limpios: volar menos y recorrer más en tren o bus, alquilar bicicletas en la ciudad en vez de coches, etc. De hecho, se ve un resurgimiento del viaje por tierra para tramos regionales (ej: ir de Chile a Perú en bus turístico de calidad para evitar un vuelo) como parte de esta filosofía. Un dato importante es que muchos viajeros millennials/Gen Z pagan más con gusto si saben que su dinero apoya un impacto positivo. Según informes, un amplio porcentaje de estos viajeros pagaría extra por un hotel que reinvierta en la comunidad local o en proyectos de conservación . Esto impulsa iniciativas como hoteles que donan parte de la tarifa a proyectos sociales, o paquetes turísticos donde el turista participa en voluntariados (reforestación, limpieza de playas, etc.). En América Latina, destinos como Costa Rica han capitalizado esta tendencia al posicionarse como paraísos de turismo sostenible, atrayendo a un perfil de viajero muy educado en temas ambientales. También surge con fuerza la demanda de turismo con impacto social positivo: visitas a emprendimientos comunitarios, compras de artesanía local (para apoyar economías locales), y un interés por conocer la realidad social del lugar, no solo sus atractivos. En definitiva, el viajero 2025 quiere disfrutar sin destruir, y dejar una contribución donde va. Una encuesta global reciente refleja que 71% de los viajeros quiere “dejar los lugares que visita en mejor estado que como los encontró” , reflejando este compromiso creciente con viajes regenerativos. Enfoque en bienestar integral (wellness) – El turismo de bienestar, antes un nicho, se ha convertido en uno de los segmentos de más rápido crecimiento. Viajar ya no es solo hacer turismo; para muchos también es una vía de cuidar la salud física y mental. Millennials y Gen Z están muy concienciados con el autocuidado, y en 2025 se observa un auge de viajes orientados a resetear el cuerpo y la mente . Esto abarca desde retreats de yoga y meditación en entornos naturales, hasta experiencias de spa medicinal, terapias alternativas y fitness. Por ejemplo, proliferan en Latinoamérica los retiros en la selva o en montañas donde se combinan prácticas como yoga al amanecer, sesiones de mindfulness, talleres de nutrición saludable y contacto con la naturaleza (forest bathing, caminatas conscientes). Biohacking y wellness avanzado también ganan tracción en el segmento de lujo: cadenas como Six Senses ofrecen en sus propiedades programas con crioterapia, infusiones intravenosas de vitaminas, tratamientos antiedad, etc., atendiendo a viajeros adinerados que buscan longevidad y vitalidad . Un caso ilustrativo: resorts de alta gama en México y el Caribe ahora incluyen amenidades como cámaras hiperbáricas, menús “detox” y entrenadores personales, cosas impensables hace unos años en un hotel de vacaciones. Incluso el detox digital forma parte de esta tendencia – hay hoteles que alientan a los huéspedes a entregar sus dispositivos al check-in para desconectar realmente, ofreciendo a cambio bibliotecas de libros, observación de estrellas, o experiencias sensoriales. Todo indica que el bienestar ya no es un lujo adicional, sino una prioridad de estilo de vida: los viajeros están dispuestos a invertir significativamente en su salud durante el viaje , y los destinos con oferta sólida de wellness (termales, spas, naturaleza, silencio) tendrán ventaja competitiva . En América Latina, esto se observa en el auge de centros de yoga en Costa Rica, spas medicinales en los Andes (aprovechando tradiciones indígenas con hierbas y rituales), o la popularidad de prácticas como temazcales en México, que combinan lo espiritual con lo terapéutico. El turismo wellness se consolida como una de las motivaciones principales de viaje para 2025 , ya que responde al estrés de la vida moderna y al hiperconectividad: los viajeros anhelan volver renovados por dentro y por fuera de sus vacaciones . Turismo gastronómico y enogastronómico – La cocina siempre ha sido parte del viaje, pero ahora es el viaje en sí mismo para un gran número de turistas. Los llamados viajes gastronómicos han ganado protagonismo como nunca: muchas personas eligen destinos específicamente por su oferta culinaria, para degustar los platos típicos en su lugar de origen, visitar mercados, bodegas y restaurantes icónicos. De hecho, 2025 se perfila como un año especial para los foodies, con las rutas culinarias estableciéndose como tendencia de turismo emergente . Latinoamérica, con su enorme riqueza culinaria (desde la alta cocina peruana hasta los asados argentinos o el cacao amazónico), está viendo cómo la gastronomía se vuelve un imán turístico clave. Ejemplos: Perú ya consolidó Lima como capital gastronómica global, atrayendo viajeros que desean comer en los restaurantes top 50 del mundo ubicados allí; México ha logrado que experiencias como la ruta del mezcal en Oaxaca o los tacos callejeros de CDMX sean imperdibles para turistas jóvenes; Colombia promueve rutas del café y del cacao para sumarse a esta ola. El viajero gastronómico no solo va a “comer rico”, sino a entender la cultura detrás de cada plato. Una ruta culinaria típica incluye interacción con productores locales (viñedos en Chile, fincas de café en Colombia, mercados de especias), clases de cocina tradicional y degustaciones auténticas en lugares poco turísticos. Como resultado, organismos y marcas están invirtiendo en este nicho: surgieron tours especializados (food tours, festivales gastronómicos orientados al turista extranjero, circuitos de street food), y guías como Michelin o 50 Best están poniendo más atención en ciudades latinoamericanas, lo que a su vez atrae a un perfil de viajero gourmet. Según una nota de prensa, la Guía Michelin planea expandir sus recomendaciones en América Latina para 2025, destacando a Ciudad de México como un nuevo destino imprescindible para turismo culinario . El turismo enológico (de vinos) también crece: valles vitivinícolas en Argentina, Chile, Uruguay y México están recibiendo más visitantes internacionales interesados en catas, tours de bodegas boutique y maridajes locales. En síntesis, la comida y la bebida se han consolidado como motivación principal de viaje para muchos segmentos, pues permiten una conexión sensorial y cultural profunda con el destino – nada refleja más la identidad local que sus sabores. Bleisure y viajes “workation” (trabajo + ocio) – La pandemia demostró que se puede trabajar a distancia, y los viajeros han aprovechado esa libertad para combinar viajes con sus responsabilidades laborales. En 2025 continúa la expansión del fenómeno bleisure (business + leisure): ejecutivos y profesionales extienden sus viajes de negocios para hacer turismo, o directamente trabajan remoto temporalmente desde destinos atractivos, mezclando días laborales con días de vacaciones en el mismo lugar. Las workations (vacaciones de trabajo) se han vuelto comunes, especialmente entre millennials mayores: es típico ver nómadas digitales o empleados corporativos de grandes ciudades del hemisferio norte instalándose unas semanas en playas de Costa Rica o pueblos coloniales de Colombia, conectados con su laptop entre semana y explorando la zona el fin de semana. El aumento de los “workations” y los viajeros con portátil es una realidad impulsada por el trabajo remoto . Muchos hoteles en Latinoamérica han respondido adaptando su oferta: paquetes de estadías largas con descuento, espacios coworking o business centers mejorados, Wi-Fi ultrarrápido gratuito, y amenidades pensadas para este público (ej. coffee breaks, salas de reuniones privadas, flexibilidad en limpieza). Destinos urbanos como Ciudad de México, Medellín o Buenos Aires también han surgido como hubs de nómadas digitales por su buena conectividad y costo de vida relativamente bajo, generando comunidades internacionales de teletrabajadores que a la vez consumen turismo local. Incluso las políticas migratorias se han adaptado: países caribeños como Barbados o Costa Rica lanzaron visados especiales para remote workers. La tendencia bleisure también se nota en convenciones y viajes de incentivos: las empresas organizan eventos en destinos exóticos donde se mezcla agenda de trabajo con actividades de ocio para los participantes (team building en entornos naturales, tours para acompañantes, etc.). En general, la frontera entre negocio y placer se difumina; según analistas, el segmento de lujo y de bienestar también se beneficia de esto, ya que muchos remoteworkers de alto poder adquisitivo buscan spas y resorts donde puedan trabajar medio día y relajarse el resto . Airlines y hoteles premian esta tendencia ofreciendo tarifas combinadas y facilidades de cambio de fechas para viajeros de negocios que deseen añadir días de vacaciones. Todo indica que el viajero híbrido llegó para quedarse, transformando patrones de temporada (menos concentrados en vacaciones tradicionales y más viajes en cualquier época) y aumentando la demanda de servicios como lavandería, gimnasios 24h y suites con escritorio en hoteles vacacionales. Preferencias generacionales: Millennials vs. Gen Z – Aunque comparten muchas afinidades (ambos valoran la autenticidad, tecnología, sostenibilidad), existen matices en cómo estas dos generaciones viajan. Millennials (aprox. 27-44 años en 2025) tienden a ser los planificadores y “curadores” de experiencias: investigan mucho antes de un viaje, buscan reviews, seleccionan cuidadosamente actividades únicas para asegurarse de tener un viaje especial y con sentido. Su motivación es vivir algo exclusivo que luego puedan recordar y contar – de ahí su inclinación a pagar por experiencias diferenciadas (ej. una cena privada con un chef local reconocido, nadar en un cenote apartado, etc.) . Viajan para vivir, más que para mostrar; si bien comparten en redes sociales sus viajes, su objetivo principal es la vivencia personal más que la aprobación social . También suelen inclinarse por el turismo de retorno o nostalgia: muchos millennials muestran interés en volver a las tierras de sus ancestros o a destinos de su infancia para reconectar con sus raíces culturales . La Generación Z (aprox. 10-28 años), que está integrándose rápidamente al mercado viajero adulto, tiene una relación aún más natural con la tecnología y las redes sociales. Para ellos, la “visibilidad” de un destino en Instagram, TikTok u otras plataformas puede ser decisiva al elegir adónde ir . En otras palabras, si ven un lugar viral o fotos impresionantes en redes, eso alimenta su deseo de ir; viajar para capturar momentos únicos y compartirlos con sus seguidores es una motivación poderosa en este grupo . Esto no significa que sean superficiales en sus gustos – de hecho, Gen Z aprecia tanto o más la autenticidad que los millennials – pero sí que documentar y socializar la experiencia forma parte intrínseca de su manera de viajar. Asimismo, Gen Z valora la espontaneidad y flexibilidad: son más propensos a viajes de último minuto, a cambiar de plan sobre la marcha y a no atarse a itinerarios fijos . La posibilidad de extender una estancia porque les gustó un sitio, o de improvisar una visita adicional, les atrae mucho; por ello, plataformas que ofrecen reservas flexibles y políticas de cambio sencillas ganan puntos con este segmento . En cuanto a sostenibilidad y valores, tanto millennials como Gen Z están muy alineados – ambos quieren reducir su impacto y apoyar empresas responsables . Un matiz anecdótico: un blog señalaba que mientras Gen Z a veces busca la “estética eco-friendly” en redes, los millennials lideran con acciones concretas para “salvar el planeta con estilo” , reflejando que en el fondo ambos quieren viajes sostenibles, solo que comunicados de forma distinta. Finalmente, un aspecto interesante es que tras la pandemia ambas generaciones han mostrado creciente interés en viajar en familia extendida (padres, abuelos, etc.), valorando el tiempo con seres queridos; un informe de American Express encontró que 58% de Millennials y Gen Z con hijos planean incluir a la familia ampliada en sus vacaciones de 2025, mucho más que Gen X o Boomers . En síntesis, las estrategias turísticas deben adaptarse a estos subgrupos: hiperconectados, exigentes con propósito, hambrientos de experiencias genuinas, y muy influyentes (lo que les atrae a ellos tiende a definir tendencias para el resto del mercado).
4. Estrategias de Operación y Gestión de Talento en Hospitalidad
La recuperación del turismo ha traído consigo desafíos en la operación y la gestión del capital humano en hoteles y restaurantes. La escasez de personal calificado tras la pandemia, los altos índices de rotación histórica en el sector y las nuevas expectativas de los trabajadores (especialmente jóvenes) obligan a replantear estrategias. En América Latina, los operadores hoteleros están adoptando diversas medidas innovadoras para gestionar sus equipos de forma más flexible, atractiva e inclusiva, manteniendo a la vez altos estándares de servicio. Entre las tendencias clave en operación y talento se encuentran:
Modelos de trabajo híbridos y flexibilidad laboral – Aunque la mayor parte de los roles en hospitalidad son in situ (limpieza, cocina, recepción requieren presencia física), se ha abierto espacio a esquemas híbridos en áreas administrativas, comerciales y de soporte. Muchas cadenas en la región permiten que personal de reservas, marketing, contabilidad e incluso concierge virtual trabaje algunos días remoto, algo impensable antes de 2020. Este cambio responde a una realidad: los jóvenes profesionales valoran la flexibilidad y el equilibrio. La industria hotelera tradicionalmente era muy jerárquica y rígida con horarios, pero se ha visto forzada a adaptarse para atraer talento Gen Z, que prioriza entornos colaborativos y trabajo con sentido sobre estructuras verticales . Un ejemplo son las oficinas corporativas de cadenas hoteleras en Ciudad de Panamá o Santiago, donde ya operan con horarios escalonados y días de teletrabajo para roles que lo permiten (ventas, TI, etc.). Asimismo, a nivel operativo, algunos hoteles implementan turnos más cortos y rotación de roles para evitar la fatiga: empleados multitarea que pueden cambiar de puesto (ej. un recepcionista puede algunos días ayudar en guest relations o en el centro de llamadas) dando variedad a sus funciones y permitiendo cubrir ausencias de forma más ágil. Esta cultura de flexibilidad y colaboración no solo mejora la satisfacción del empleado sino que crea equipos más adaptables y resilientes ante imprevistos . Claro está, no todos los puestos pueden ser remotos, pero incluso en éstos se fomenta una mentalidad más abierta: por ejemplo, managers organizan reuniones breves y efectivas (en vez de largas juntas presenciales) y utilizan herramientas digitales para coordinación, reduciendo el estrés operacional. En resumen, la agilidad organizacional se percibe ahora como una ventaja competitiva: empresas que confían en sus empleados y les dan margen de maniobra tienden a retener mejor al personal y a responder más rápido a las demandas cambiantes del negocio. Capacitación continua y desarrollo de habilidades – Con la tecnología introduciéndose rápidamente y con huéspedes cada vez más exigentes, la formación del personal ha cobrado nueva relevancia. Muchas empresas hoteleras latinoamericanas están invirtiendo en programas de capacitación robustos: desde plataformas e-learning multilingües para entrenamiento en servicio al cliente, idiomas, ventas, etc., hasta realidad virtual para simular situaciones (por ejemplo, entrenar a un recepcionista con un huésped virtual enojado, o enseñar a personal de seguridad con simulaciones de emergencias). Esta formación no solo abarca habilidades técnicas (“hard skills”) sino también competencias blandas: comunicación interpersonal, manejo del estrés, inteligencia cultural para tratar con huéspedes internacionales, etc. Un estudio en Bogotá destacó que enfocarse en desarrollar tanto habilidades técnicas como blandas mejora significativamente el desempeño del personal hotelero y su adaptación a nuevas demandas . Además, ante la introducción de nuevas herramientas (sistemas de check-in móvil, CRM de huéspedes, gestión de revenue automatizada), el personal necesita adiestramiento para aprovecharlas. Los hoteles están creando roles de “champions” tecnológicos internos – empleados que reciben capacitación avanzada en cierta herramienta y luego capacitan al resto. Por otro lado, la movilidad interna se ha vuelto un elemento de desarrollo: en lugar de encasillar empleados en un área, se les ofrece rotar por diferentes departamentos para adquirir experiencia amplia y descubrir su vocación (por ejemplo, alguien de atención al cliente puede pasar un tiempo en ventas/eventos). Esto no solo suple vacantes temporales sino que enriquece el perfil del colaborador y lo hace más valioso para la empresa. La formación también es vista como herramienta de retención: empleados que sienten que aprenden y crecen en su trabajo tienen menos propensión a irse. Varias cadenas ofrecen ahora convenios con universidades locales para que sus empleados estudien idiomas o carreras relacionadas (Turismo, Gastronomía) a costos reducidos, facilitando su desarrollo profesional. En conclusión, la hospitalidad latinoamericana se está profesionalizando más, entendiendo que invertir en la educación del personal redunda en mejor servicio y en empleados más leales. Bienestar y retención del talento – Históricamente, la hotelería ha sufrido de alta rotación por largas jornadas, salarios bajos y estrés. Post-pandemia, muchas empresas se dieron cuenta de que cuidar a su gente no es opcional si quieren mantener operaciones estables. Hoy vemos un énfasis en programas de bienestar laboral: hoteles que brindan seguro de salud ampliado, apoyo psicológico, memberships de gimnasio, o días libres adicionales para balancear las largas horas en temporada alta . Algunas compañías han construido viviendas o residencias asequibles para su staff cerca del resort (ej., en Punta Cana varios resorts ofrecen alojamiento subsidiado a empleados que vienen de otras provincias) . También se implementan incentivos económicos y de reconocimiento para mejorar la retención: bonos por desempeño, “empleado del mes” con recompensas, celebraciones de cumpleaños, etc. Un cambio significativo es el incremento salarial en posiciones base en algunos mercados turísticos clave – por ejemplo, en México cadenas grandes subieron sueldos de camaristas y meseros por encima del salario mínimo para competir con otros sectores y reducir la fuga de personal calificado. Según expertos, la industria está redefiniéndose como una profesión “people-first”, colocando el bienestar de los empleados como prioridad estratégica . Esto tiene efecto directo en el servicio: un colaborador satisfecho y valorado atiende mejor al huésped. Empresas que antes veían al personal como recurso fácilmente reemplazable, ahora hablan de employee experience al igual que guest experience. Además, tras el parón de 2020, muchos trabajadores migraron a otras industrias; recuperarlos implica hacer la hotelería atractiva de nuevo. Por eso se ven iniciativas como horarios más humanos (reducir los turnos partidos, limitar la cantidad de horas extra), dotaciones de personal suficientes para que nadie esté sobrecargado en temporada alta, y encuestas de clima laboral constantes para escuchar feedback del equipo. Los resultados comienzan a notarse: hoteles que han aplicado estas medidas reportan mejoras en moral, satisfacción y retención del personal , algo crítico en un momento en que la mano de obra calificada es escasa. Diversidad, equidad e inclusión (DEI) en la plantilla – La industria de la hospitalidad en América Latina está dando pasos importantes hacia la inclusión de grupos tradicionalmente subrepresentados, impulsada tanto por lineamientos globales de marcas internacionales como por iniciativas locales. La inclusión laboral de mujeres en puestos de liderazgo, la contratación de personas con discapacidad y la aceptación de colaboradores LGBT+ son ahora objetivos declarados en muchas empresas. Un caso destacado es el de Minor Hotels, operadora de marcas como NH Hotel Group en la región, que lanzó la iniciativa “alliNH” enfocada en la inclusión de personas transgénero y LGBTIQA+ en sus hoteles . Mediante talleres de sensibilización y capacitación liderados por expertos, buscan crear espacios de trabajo seguros y libres de discriminación, conectando talento diverso con vacantes en la empresa . Los esfuerzos de Minor Hotels les valieron por tercer año la certificación HRC Equidad MX (Human Rights Campaign) en México, con puntuación perfecta por sus políticas inclusivas, creación de consejos de diversidad y grupos de empleados LGBTQ+, y entrenamientos específicos contra la discriminación . También recibieron reconocimientos similares en Argentina, consolidando su compromiso en América Latina . Este ejemplo ha motivado a otras cadenas a seguir el camino: Marriott, Hilton y Accor, por mencionar algunas, tienen capítulos activos de redes de empleados LGBT+ en la región y metas públicas de diversidad. Además, se están eliminando barreras de acceso: algunos hoteles colaboran con ONG para emplear a personas sordas (entrenando al resto del staff en lenguaje de señas básico) o ajustan puestos para empleados con discapacidad motriz en áreas administrativas. La equidad de género también es parte de la agenda, buscando atraer y retener más talento femenino en áreas técnicas (mantenimiento, TI) y dirección, así como reducir brechas salariales. Estas prácticas inclusivas no solo enriquecen la cultura corporativa y la innovación interna, sino que tienen eco de cara al cliente: una empresa diversa suele entender mejor las necesidades de huéspedes diversos. El mensaje general es que la hospitalidad debe ser un espacio donde todos – empleados y viajeros – se sientan respetados y representados. Operaciones verdes y turismo responsable – Por último, las estrategias de operación están cada vez más alineadas con la sostenibilidad, en respuesta tanto a la conciencia del consumidor como a la necesidad de eficiencia. Practicar lo que se predica en turismo sostenible implica cambios operacionales profundos: eliminación de plásticos de un solo uso, programas de reciclaje y compostaje, ahorro energético y de agua, y compra responsable. Muchos hoteles latinoamericanos ya lograron hitos importantes, por ejemplo Iberostar (con amplia presencia en el Caribe) eliminó 100% de los plásticos desechables de habitaciones y áreas en todos sus hoteles desde 2020 como parte de su iniciativa “Wave of Change” . Resorts en destinos de playa han instalado plantas de tratamiento para reutilizar aguas grises en riego, reduciendo consumo de agua potable. En ciudades, hoteles están invirtiendo en sistemas de climatización más eficientes, sensores de movimiento para luces, y controles inteligentes – además de ser eco-friendly, se reporta que pueden ahorrar hasta un 40% en costos de energía con estas medidas . Otra práctica creciente es la compra a proveedores locales de alimentos y amenities, lo cual disminuye la huella de carbono (menos transporte) y apoya a la economía de la comunidad. Algunos establecimientos de alta gama llevan esto más lejos con huertos orgánicos propios que surten sus cocinas, ofreciendo al huésped farm-to-table real. En términos de certificaciones, cada vez más propiedades buscan sellos como LEED (edificios sustentables) o las certificaciones del Consejo Global de Turismo Sostenible, para validar sus operaciones ante un mercado que lo demanda. Asimismo, la educación al personal en prácticas sostenibles es crucial: hoteles imparten a sus empleados formación en manejo adecuado de residuos, cuidado de recursos y hasta interacción ética con la fauna local, convirtiéndolos en embajadores de la sustentabilidad. Cabe resaltar que los viajeros notan y aprecian estas acciones – un estudio encontró que 73% de los viajeros globales están dispuestos a gastar más para apoyar iniciativas de sostenibilidad que beneficien a las comunidades locales y reduzcan impacto ambiental . Por ello, muchas marcas comunican abiertamente sus esfuerzos (desde eliminar popotes hasta lograr neutralidad de carbono en ciertos hoteles) como parte de su propuesta de valor. En resumen, la gestión operativa hotelera en 2025-2026 está marcada por la responsabilidad: responsabilidad con sus empleados, con la sociedad y con el planeta, integrando estos pilares en la toma de decisiones diaria.
5. Inversiones, Nuevos Proyectos Hoteleros y Expansión de Cadenas en LatAm
El panorama de inversiones turísticas en América Latina es muy dinámico de cara a 2025 y 2026. A pesar de contextos económicos nacionales variables, el flujo de capital hacia desarrollos hoteleros en la región se ha reactivado con fuerza tras la pausa pandémica. De acuerdo con un informe de Lodging Econometrics, la construcción hotelera en Latinoamérica creció 18% en número de proyectos (y 11% en número de habitaciones) en el último año, al cierre de Q1 2025 , mostrando un robusto repunte en nuevos desarrollos. Incluso el último trimestre de 2024 fue récord en inicio de obras, con incrementos de doble dígito año contra año . Esto significa que hay decenas de hoteles en construcción que abrirán entre 2025 y 2026 en diversos países. A continuación, se destacan algunas tendencias geográficas y ejemplos relevantes de nuevas inversiones:
México: Auge de resorts de lujo y expansión regional – México, como principal destino turístico de LatAm, encabeza la lista de aperturas con varios proyectos emblemáticos. En la costa del Pacífico, la Riviera Nayarit verá en 2025 la inauguración del Rosewood Mandarina, un resort de ultra-lujo integrado en selva y playa que incorpora diseño inspirado en las culturas huichol y cora, con 134 suites y residencias privadas . En Los Cabos, Baja California Sur, abrirá el Park Hyatt Los Cabos, que será el primer Park Hyatt de México con 163 habitaciones y villas, múltiples piscinas y un centro de wellness de casi 5,500 m² – reflejando la confianza de Hyatt en el mercado de lujo mexicano. Asimismo, Hilton estrenará el Waldorf Astoria San Miguel de Allende, un hotel boutique de 120 habitaciones en la ciudad patrimonio de la UNESCO, incorporando residencias privadas y fusionándose con la arquitectura colonial de la zona . Las costas mexicanas del Caribe tampoco se quedan atrás: en 2025 se espera la apertura de resorts todo-incluido de lujo en Riviera Maya bajo marcas como Four Seasons y Nickelodeon (orientado a familias). Además de lujo, Marriott apuesta al segmento medio tras su adquisición de la marca City Express: planea abrir al menos 8 hoteles City Express by Marriott en nuevos países latinoamericanos (Argentina, Bolivia, Nicaragua y Perú) en los próximos tres años , y también llevar la marca a Brasil, consolidando su entrada al segmento asequible . Esta movida, que sumó 153 hoteles económicos a su portafolio en la región , indica que no solo el lujo crece, sino también las opciones budget y de negocios. México verá reconversiones de hoteles City Express existentes bajo el paraguas Marriott y la construcción de otros nuevos en ciudades secundarias, fortaleciendo la presencia en el segmento de viajeros domésticos y de negocios de bajo presupuesto. Caribe y Centroamérica: Nuevas propiedades exclusivas – Destinos caribeños y centroamericanos están atrayendo inversiones en hoteles de muy alta gama, buscando capitalizar su atractivo natural. En Costa Rica, la codiciada Península Papagayo dará la bienvenida en 2025 a Nekajui, a Ritz-Carlton Reserve, un resort de solo 107 habitaciones en una reserva natural privada, orientado a ofrecer experiencias inmersivas de lujo basadas en la biodiversidad de Guanacaste . Este será solo el tercer Ritz-Carlton Reserve de todo el continente americano, subrayando la importancia de Costa Rica en el mercado de viajeros de lujo y naturaleza. También en Costa Rica, Hilton abrirá el Waldorf Astoria Punta Cacique en Guanacaste, con 148 habitaciones sobre un acantilado y seis restaurantes, combinando el lifestyle Pura Vida con la sofisticación de la marca Waldorf . La región del Caribe de habla hispana ve expansiones igualmente: Dominican Republic tiene en desarrollo varios resorts de cadenas españolas (Iberostar, Meliá, Barceló) que amplían o renuevan sus complejos en Punta Cana y Puerto Plata, incluyendo parques acuáticos y ofertas de entretenimiento mejoradas para competir globalmente. Aruba (Caribe neerlandés) inaugurará en 2025 un St. Regis (Marriott) en su famosa Palm Beach, lo cual diversifica la oferta ultra-lujo en la isla. Igualmente, marcas orientadas a estilo de vida llegan a la zona: por ejemplo, Soho House abrirá su primer club/hotel en México (un beach house en Baja California) en 2025 , señal de que el turismo boutique y de nicho también crece más allá de las capitales tradicionales. Suramérica andina: Boutique lodges y crecimiento urbano – En países andinos se observa un doble movimiento: por un lado, nuevos eco-lodges boutique en zonas naturales remotas para atraer al aventurero de alto nivel, y por otro, reactivación de la oferta en las capitales y ciudades grandes. En Perú, la empresa local Andean abrirá en abril 2025 Tinajani Lodge, el segundo tented camp de lujo de la compañía, ubicado en una reserva natural privada entre Cusco y Puno . El proyecto reutiliza una antigua casa hacienda y adiciona solo 6 tiendas safari de lujo, en línea con su filosofía de mínima huella y reuso de edificaciones existentes . Este tipo de alojamientos “glamping” exclusivos, con enfoque sostenible, está ganando terreno en destinos como el altiplano peruano, el desierto de Atacama en Chile (donde hay nuevos campamentos de lujo) o la Amazonía ecuatoriana (donde se abrieron ecolodges con estándares de lujo dirigidos a observación de vida salvaje). En las ciudades, tras años sin mucha actividad, cadenas internacionales retoman planes: Colombia verá finalmente la llegada de Four Seasons a Cartagena (el hotel, en varios edificios históricos restaurados en Getsemaní, está programado para mediados de 2025) . Este hotel combinará la arquitectura colonial de la ciudad amurallada con diseño moderno y añadirá 8 restaurantes/bares a la plaza histórica , inyectando nueva vida al mercado de lujo colombiano. Quito, Ecuador recientemente inauguró hoteles lifestyle pequeños y en 2025 sumará nuevas propiedades de marcas internacionales medianas (Swissôtel rebrandeado, posible JW Marriott Boutique). Chile, tras contraer su planta hotelera en pandemia, recibe inversión en el segmento de lujo experiencial: explora (cadena chilena) expande su portafolio de lodges, y se anunció un proyecto Six Senses en la Patagonia chilena a mediano plazo. Brasil, el gigante, está experimentando un repunte pospuesto: grupos como Accor y Hilton han reactivado desarrollos en São Paulo, Rio de Janeiro y Nordeste enfocados tanto en turismo como en viajeros corporativos, anticipando eventos como la Copa Mundial 2026 (donde varias sedes latinoamericanas, incluyendo México y posiblemente Argentina/Uruguay, atraerán demanda extra). Brasil espera robusto crecimiento turístico, con WTTC pronosticando que su sector de Viajes y Turismo aportará US$167.6 mil millones al PIB (7.7% de la economía) y 8.3 millones de empleos para 2025 , lo cual impulsa confianza en invertir. Expansión de cadenas locales e independientes – No solo las multinacionales estadounidenses o europeas están creciendo; marcas latinoamericanas y hoteles independientes boutique también viven un auge. La preferencia de muchos viajeros por propuestas más auténticas y personalizadas ha dado espacio para el auge de marcas boutique e independientes en la región . Estas suelen destacarse por ofrecer experiencias altamente diferenciadas y con sabor local. Por ejemplo, en Costa Rica han proliferado hoteles boutique eco-lujo que enfatizan contratación local, materiales autóctonos y mínimo impacto ambiental , compitiendo con éxito contra cadenas globales en el nicho de naturaleza de lujo. En México, numerosos pequeños hoteles de diseño en destinos como Tulum, Oaxaca o la Ciudad de México han ganado renombre internacional por su arquitectura vanguardista, arte y conexión con tendencias culturales . Grupos regionales como Grupo Posadas (México) están lanzando nuevas marcas conceptuales (ej. la marca Curamoria de hoteles lifestyle pequeños), mientras que Atton (Chile) – adquirida por Accor pero operando con cierto grado de independencia – expande su presencia en el Cono Sur con hoteles enfocados en el viajero de negocios moderno. También vemos inversiones no tradicionales: fondos y celebridades locales incursionando en hotelería (p.ej., jugadores de fútbol argentinos invirtiendo en pequeños hoteles en su provincia natal, o chefs famosos abriendo posadas gastronómicas). Esta diversificación en la oferta enriquece el panorama, aportando opciones únicas que se alimentan de las riquezas culturales locales. Los gobiernos también juegan un rol: países como Panamá y Uruguay están ofreciendo incentivos fiscales para desarrollos hoteleros nuevos, lo cual ha atraído proyectos (por ejemplo, un nuevo Marriott Tribute Portfolio en Montevideo, y resorts de pesca deportiva en las costas del Pacífico panameño).
En conclusión, América Latina vive un momento de expansión y renovación hotelera, con nuevos proyectos que van desde mega-resorts de cadenas globales hasta tentadores refugios boutique en parajes recónditos. Esta inversión sostenida demuestra la confianza en el potencial turístico de la región a mediano y largo plazo. Si bien el crecimiento económico general de LatAm se proyecta modesto (alrededor del 2% anual para 2025-26 según el Banco Mundial) , el turismo se consolida como un motor robusto que impulsa infraestructura, empleo y desarrollo. La mezcla de riqueza natural, cultural y mercados domésticos en alza sigue atrayendo capital: ya sea para aprovechar una playa virgen, restaurar un edificio patrimonial en una ciudad colonial, o simplemente para posicionarse antes de la competencia en destinos emergentes. Con ello, los viajeros tanto locales como internacionales podrán disfrutar en 2025-2026 de una oferta hotelera más variada, moderna y enfocada a las tendencias descritas en este informe. La industria de la hospitalidad latinoamericana, en resumen, está reinventándose para un futuro donde la experiencia del huésped – auténtica, tecnológica, saludable, sostenible y memorable – es el centro de todo esfuerzo.
Fuentes Consultadas: Informes especializados de tendencias de diseño y turismo (Hosteltur, Architectural Digest, ArchDaily), estudios de mercado global (EHL Hospitality Business School , Oracle Hospitality, WTTC ), consultoras hoteleras (Lodging Econometrics ), publicaciones de la industria (Hospitality Insights, Skift, Hospitality Tech ), asociaciones regionales (LATA ), medios latinoamericanos de turismo (Boletín Turístico , Factor de Éxito) y comunicados de cadenas hoteleras. Todas coinciden en la transformación profunda pero entusiasta que vive la hospitalidad en Latinoamérica, adaptándose a las nuevas demandas del viajero y preparando el terreno para años de crecimiento innovador.