Aspectos del liderazgo tóxico en la hospitalidad
Un liderazgo sano no solo mejora el clima laboral, sino que se traduce en mayor satisfacción del huésped, incremento en ingresos y sostenibilidad del negocio.
Recordemos que un hotel o restaurante no fracasa por falta de huéspedes, sino muchas veces por perder al talento que hace posible la magia del servicio.
Por: Luis Manuel Rivera
CEO en PowerPeople
http://www.luismanuelrivera.com
En la hospitalidad, donde el capital humano es el corazón del servicio, la figura del líder determina no solo el clima laboral, sino también la calidad de la experiencia del huésped.
Sin embargo, existen prácticas y comportamientos que conforman un liderazgo tóxico, capaz de dañar la motivación, elevar la rotación de personal y, en consecuencia, afectar la rentabilidad del negocio.
🔹 Principales características de un liderazgo tóxico
Comunicación negativa y autoritaria: un líder que solo ordena, critica o intimida destruye la confianza y limita la creatividad.
Falta de reconocimiento: no valorar el esfuerzo de camaristas, meseros o recepcionistas genera frustración y desmotivación.
Micromanagement excesivo: controlar cada detalle sin permitir autonomía sofoca el desarrollo profesional.
Favoritismos y exclusión: premiar solo a unos cuantos crea divisiones y afecta el trabajo en equipo.
Desinterés por el bienestar: ignorar horarios justos, cargas laborales excesivas o la salud emocional de los colaboradores.
🔹 Consecuencias en los hoteles y restaurantes
Alta rotación y costos de reclutamiento constantes.
Clima organizacional deteriorado, con tensiones y falta de colaboración.
Disminución de la calidad del servicio, que los huéspedes perciben de inmediato.
Pérdida de reputación en un mercado donde la experiencia y la recomendación son claves.
🔹 El camino hacia un liderazgo saludable
Para contrarrestar el liderazgo tóxico es necesario fomentar:
Empatía y escucha activa: entender las necesidades reales del equipo.
Reconocimiento genuino: celebrar logros pequeños y grandes. Delegación responsable: confiar y empoderar a los colaboradores.
Formación continua: capacitar en inteligencia emocional y liderazgo positivo. Cultura de respeto: crear entornos seguros donde todos se sientan valorados.
