Un hotel sin estructura del área de capital humano es un hotel sin alma

“No te equivoques, tener alguien que haga la nómina, que reclute y despida no es un área de capital humano, esas son labores administrativas”.

Luis Manuel Rivera

He visitado hoteles espectaculares. Lobbys imponentes. Habitaciones de ensueño. Restaurantes premium. Tecnología de punta.

Pero también he visto algo que ninguna remodelación puede ocultar: hoteles sin alma.

¿Sabes por qué ocurre?

Porque no tienen una estructura sólida en su área de Capital Humano.

Un organigrama bonito no forma equipos.

Un manual no crea compromiso.

Un uniforme no garantiza vocación.

La estructura del capital humano es lo que convierte a un edificio en una experiencia viva.

Es ahí donde se define si:

El colaborador solo cumple… o realmente sirve. El jefe solo manda… o lidera. El huésped solo duerme… o regresa.

Un hotel sin una dirección clara de capital humano:

Normaliza la rotación. Justifica la mediocridad. Tolera ambientes tóxicos. Apaga la pasión por servir.

Y cuando eso pasa, el servicio se vuelve mecánico, el clima laboral se vuelve pesado y la rentabilidad comienza a erosionarse sin que nadie entienda por qué.

Porque la verdad es esta:

La rentabilidad de un hotel no nace en el Excel… nace en la gente.

El área de capital humano no es un departamento administrativo.

Es el corazón estratégico del hotel.

Ahí se forman líderes.

Se cuida la cultura.

Se construye pertenencia.

Se decide si el hotel será solo un negocio… o una gran institución.

Un hotel con alma:

Invierte en su gente. Capacita con visión. Reconoce con coherencia. Lidera con ejemplo.

Porque cuando el colaborador se siente valorado, el huésped lo percibe sin que nadie se lo explique.

Y entonces ocurre la magia:

El servicio se vuelve auténtico. La marca se vuelve humana. El huésped se vuelve embajador.

Hoy más que nunca lo afirmo con absoluta convicción:

Un hotel sin estructura del área de capital humano no solo pierde control… pierde identidad, pierde cultura… pierde alma.

Y un hotel sin alma, tarde o temprano, también pierde rentabilidad.

Luis Manuel Rivera

Consultor de negocios para la hospitalidad

CEO – PowerPeople

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